El pasado martes tuvimos la oportunidad de celebrar nuestra Jornada “Neurodesarrollo y Genética: El camino para comprender el TEA y la Discapacidad Intelectual” en el Colegio de Enfermería de Asturias, un encuentro que para todo nuestro equipo resultó especialmente enriquecedor y significativo. Esta sesión nos permitió profundizar en cuestiones clave sobre los trastornos del neurodesarrollo, así como en el papel fundamental que desempeña la genética en la comprensión y abordaje del Trastorno del Espectro Autista (TEA) y la Discapacidad Intelectual.
Queremos transmitir nuestro más profundo agradecimiento a todos los ponentes que participaron en esta jornada y que, con gran generosidad, compartieron su conocimiento y experiencia. Agradecemos especialmente al Dr. Alfonso Amado Puentes, de La Ruta Azul, por aportar una visión tan clara sobre la importancia del acompañamiento especializado; al Dr. Antonio Hedrera Fernández, neuropediatra del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), por su valiosa perspectiva clínica; a Gloria Acevedo Díaz, representante de la Asociación ADANSI Autismo Asturias, por acercarnos la realidad de las familias y las necesidades del colectivo; y a María Muñiz Fernández, de la Clínica INYPEMA, por contribuir con su enfoque práctico y humano. Junto a ellos, nuestras genetistas Leyre Larzabal y Carmen Armada Sánchez desempeñaron un papel esencial al explicar, con claridad y sensibilidad, la relevancia de la genética en el diagnóstico y la intervención de estas dos entidades. Gracias a su implicación conjunta pudimos abordar los contenidos con rigor científico, sensibilidad y un enfoque verdaderamente multidisciplinar.
Nuestro agradecimiento se extiende también al Colegio de Enfermería de Asturias y, en particular, a su presidente Esteban Gómez, que puso a nuestra disposición sus magníficas instalaciones, facilitando en todo momento la organización y el desarrollo de la jornada. Asimismo, queremos destacar la labor de Antonio Blanco Prieto, Director de la Fundación Alimerka, quien aceptó moderar la mesa redonda y supo guiar el diálogo con profesionalidad, cercanía y gran capacidad de síntesis.
Por supuesto, no podemos olvidarnos de todos los asistentes. Su interés, atención y participación activa fueron clave para generar un ambiente de intercambio abierto y constructivo. Las preguntas, comentarios y reflexiones que compartieron enriquecieron notablemente la sesión y permitieron profundizar en cuestiones esenciales desde distintas perspectivas.
Confiamos en que esta jornada haya contribuido a ofrecer una visión más clara, humana e integradora sobre el papel de la genética en los trastornos del neurodesarrollo, y a reforzar la importancia de una mirada empática hacia las personas con TEA y Discapacidad Intelectual.










